En un comunicado, el sindicato añade que en una situación que obliga a los escolares a realizar sus tareas a través de medios informáticos, y, por otro lado, confina al aislamiento social y familiar al colectivo más vulnerable al coronavirus, los mayores, la falta de herramientas o conocimientos digitales se convierte en una carencia de primer orden.

A este respecto, señala que según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística para 2019, un 10% de los niños españoles entre 10 y 15 años nunca usa un ordenador (un 5,4% más que en 2015), lo que significa que 300.000 jóvenes no tienen la posibilidad de continuar con el curso escolar en sus domicilios en situación de confinamiento.

La mayoría de estos niños, indica UGT, presentan un perfil muy definido: viven en poblaciones pequeñas (menos de 10.000 habitantes), en familias monoparentales o residen en hogares de cinco o más miembros. De hecho, un 18% de las familias monoparentales no tiene ordenador y casi la mitad no posee una tablet.

Además, existen grandes diferencias entre las comunidades autónomas. Por ejemplo, los niños sin acceso a un ordenador en Galicia alcanzan al 20% de las familias monoparentales y el 25% de los hogares de Andalucía con cinco o más miembros no pueden dotarse de ordenadores para sus hijos.

Por otro lado, UGT señala que la situación no mejora entre los mayores, ya que un 41% de las personas con edades comprendidas entre los 65 y los 74 años no dispone ni de una sola competencia informática.

En un momento en donde mantener la comunicación es clave para sobrellevar las consecuencias mentales y físicas del aislamiento, sólo un 9% de los mayores de 75 años usa herramientas de comunicación por Internet y apenas un 10% sabe usar el correo electrónico, lamenta.

De nuevo, el lugar de residencia marca la diferencia: sólo un 2% de los mayores que viven en poblaciones pequeñas tiene acceso a la banca electrónica, una herramienta vital cuando no se tiene acceso a una sucursal bancaria.

Por todo ello, UGT incide en la"urgencia” de confeccionar un Plan Nacional de Inclusión Tecnológica que palíe esta desigualdad, “una demanda que no ha tenido eco suficiente ni en Gobiernos, ni en Administraciones Públicas y empresas”.