Así se recoge en un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Turku (Finlandia) y veterinarios del Ministerio de Recursos Naturales y Conservación del Medio Ambiente de Myanmar.

Más de una cuarta parte de los elefantes asiáticos en peligro de extinción viven en alguna forma de cautiverio. La población de estos animales se ha reducido a la mitad desde la década de 1950 y su rango es ahora sólo un 5% de su tamaño original. sin embargo, un 25% vive entre humanos en condiciones de cautividad o semicautividad.

Aunque la prioridad de conservación radica en proteger a la población silvestre en disminución, también es importante hacerlo con esas grandes poblaciones manejadas por humanos. La mayor de las poblaciones semicautivas de elefantes están en la industria maderera en Myanmar.

Estudios anteriores han resaltado que uno de los factores que más limita el crecimiento de esta población es la alta mortalidad juvenil. Para el nuevo trabajo, los investigadores han analizado la mortalidad en un momento particularmente vulnerable para estos juveniles, concretamente el proceso de domesticación que atraviesan a la edad de cuatro años.

VETERINARIOS

Los investigadores compararon primero la supervivencia de los elefantes semicautivos con las tasas observadas en una población salvaje de elefantes africanos. Descubrieron que si bien la mortalidad en los elefantes en semilibertad aumentó en más del 50% cuando eran domesticados con cuatro años, no ocurrió lo mismo con los individuos salvajes.

Jennie Crawley, de la Universidad de Turku y autora principal del estudio, indica que la supervivencia de los ejemplares jóvenes ha mejorado en las últimas décadas, lo que sugiere mejoras en su manejo.

En Myanmar, los individuos en proceso de domesticación tienen al menos un veterinario que los atiende diariamente durante la domesticación, reciben comida constante recolectada de su hábitat forestal natural y caminan diariamente a una fuente de agua natural para beber y bañarse.

Por otro lado, los investigadores descubrieron que las crías que nacen más tarde en el año y, por tanto, eran más jóvenes al inicio de la domesticación, tenían más probabilidades de morir, al igual que las nacidas de madres menos experimentadas, según Virpi Lummaa, también de la Universidad de Turku.