Así lo reflejan varios trabajos de Ángel de la Fuente publicados este martes por Fedea en los que estudian los causantes de las disparidades de renta per cápita entre comunidades autónomas y su evolución.

Los estudios muestran que el empleo ha pasado de tener un peso del entorno del 13% en 1995 al 62% en 2018, conviertiéndose en la fuente principal de las diferencias de renta entre regiones.

Por su parte, el peso del componente de productividad y precios se reduce “sensiblemente” entre 1995 y 2018, al pasar del 77% al 41%. Como resultado, la desigualdad territorial de la renta ha dejado de ser un problema casi exclusivamente de productividad para convertirse en un problema fundamentalmente de empleo.

Finalmente, el componente demográfico, que suele tener un peso reducido, llega incluso a ser negativo en los últimos años analizados, lo que significa que las regiones más pobres tienen, en promedio, una mayor fracción de su población en edad de trabajar que las más ricas, lo que mitiga en alguna medida las diferencias entre ellas en términos de renta per cápita.