De los casi 10 millones de damnificados por las demoras o suspesiones, AirHelp calcula que casi 240.000 podrían tener derecho a recibir una compensación.

En total, durante este verano se cancelaron en España más de 1.500 vuelos y los aeropuertos que sufrieron más interrupciones fueron los de Barcelona, con más de 16.500 vuelos que salieron con retraso o se cancelaron; Madrid, con más de 12.900, y Palma de Mallorca con más de 11.000.

El aeródromo más puntual de este verano ha sido el de Santiago de Compostela, con un 87,6% de puntualidad, seguido por el de Girona-Costa Brava, con un 85% y el de Fuerteventura, con un 82,8%. Los aeropuertos de Lanzarote y Gran Canaria les siguen con un 82,1% de puntualidad.

En el lado opuesto, los más impuntuales han sido el Barcelona El Prat-Josep Tarradellas, con un 63,8% de puntualidad, y los aeropuertos de Ibiza y Palma de Mallorca, ambos con un 69,9%. Les siguen los aeropuertos de Valencia con un 70,3%, Alicante con un 72,1% y Málaga con un 72,5%. El aeropuerto de Madrid Barajas-Adolfo Suárez cuenta con un 75% de puntualidad.

RECLAMACIONES

En su mayor parte, los retrasos en los aeropuertos suelen deberse a factores ajenos a su voluntad, como la puntualidad de las aerolíneas. Agosto y septiembre han sido especialmente complicados para los aeropuertos de Madrid y Barcelona, debido a las huelgas del personal de tierra de Iberia, lo que provocó un buen número de retrasos y cancelaciones.

La ley europea EC 261 exige a las compañías aéreas que compensen a todos los pasajeros de vuelos con destino a la UE, en una compañía aérea europea y procedentes de la UE, por los retrasos superiores a tres horas, así como por la denegación de embarque y las cancelaciones, en los casos en que la interrupción haya sido causada por la compañía aérea.

AirHelp recuerda que bajo esta ley, los pasajeros afectados pueden reclamar hasta 600 euros por persona hasta tres años después del incidente. Las compañías aéreas sólo estarán exentas de esta obligación si la interrupción del vuelo se debe a ‘circunstancias extraordinarias’, como el mal tiempo, el terrorismo, el sabotaje o problemas de seguridad, como los relacionados con el control del tráfico aéreo.