Rivera llegó a las doce del mediodía a la capilla ardiente de Rubalcaba, instalada en el Congreso de los Diputados, y lo hizo flanqueado por dos personas que formaron parte del núcleo dirigente del PSOE con gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, y que hace pocas semanas dieron el salto a las candidaturas de Ciudadanos.

Al entrar en el salón de los pasos perdidos, donde está la capilla ardiente, Rivera esperó a que un grupo de socialistas valencianos saludaran a la familia de Rubalcaba y a los miembros del Gobierno y del PSOE que estaban sentados a los lados del féretro. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se levantó para saludar al líder de Ciudadanos, pero no se dirigió ni a Rodríguez ni a Mesquida.

Rivera se adelantó para saludar a familiares, a un lado del féretro, y a dirigentes socialistas al otro, entre ellos a Felipe González, María Jesús Montero, Adriana Lastra o Carmen Calvo. Junto a ellos estaba también en todo momento la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor.

"GRAN PÉRDIDA"

Antes de abandonar el salón de los pasos perdidos, Rivera fue conducido por el personal de protocolo a la sala anexa donde en ese momento se encontraba la viuda de Rubalcaba, Pilar Goya, para saludarla personalmente. Soraya Rodríguez y Joan Mesquida se quedaron de pie a la entrada del salón y de ahí salieron directamente hacia otras estancias del palacio del Congreso.

Antes de entrar, Rivera quiso expresar ante los medios de comunicación el pésame a la familia de Rubalcaba, a sus compañeros del PSOE y a todos los españoles porque "cuando fallece un demócrata como él nos duele a todos". Su muerte es "una gran pérdida", aseguró, porque era una persona "con sentido de Estado, un brillante parlamentario, un político inteligente de una época en la que este país tuvo que luchar contra muchas lacras", entre ellas el terrorismo, y en la que a pesar de las discrepancias había que "ponerse de acuerdo en lo importante".

Rivera dijo que hay que "aprender del trabajo que se ha hecho" por personas como Rubalcaba y "saber que la democracia no la hemos inventado los que estamos aquí", aunque sí "tenemos que cuidarla para que siga durando muchos años". Era una persona "relativamente joven" que tenía "el Estado en la cabeza", aseguró, y para quienes le conocieron era "un lujo" poder charlar con él y escuchar sus reflexiones.