Ésta es la conclusión principal de un análisis realizado por Greenpeace y dado a conocer este lunes coincidiendo con el Día Internacional de la Madre Tierra. En general, esta organización indicó que las cuestiones medioambientales están cada vez más presentes en los programas electorales, pero añadió que “falta compromiso y urgencia para abordar la crisis climática”.

Greenpeace ha examinado el nivel de cumplimiento de los cinco principales partidos políticos con respecto a 15 puntos específicos, relacionados con el fortalecimiento de los derechos fundamentales y libertades públicas, la lucha contra el cambio climático y la oportunidad que ofrece la transición ecológica de la economía, la protección y conservación de la biodiversidad, la gestión de recursos naturales, el consumo sostenible, la gestión de residuos y la movilidad.

“Queremos una ley de cambio climático que obedezca a la urgencia y ambición que exige la comunidad científica. Ésta debería ser la primera medida que tome el futuro presidente del Gobierno y la primera ley que se tramite en el Congreso. La exasperante lentitud y cálculo partidista nos está costando la vida, nos está costando el planeta”, declaró Mario Rodríguez, director ejecutivo de Greenpeace.

Tras comparar las propuestas de cada partido con las 69 medidas de Greenpeace para “proteger la vida y el planeta”, esta organización concluye que el PSOE es el partido con un mayor cumplimiento de los 15 puntos.

Los socialistas obtienen las mejores notas en las medidas relacionadas con el fortalecimiento de derechos y libertades públicas, el autoconsumo energético, el abordaje de la pérdida de biodiversidad y la gestión de los recursos naturales. Sin embargo, no acaban de definir o no existe suficiente ambición, a juicio de Greenpeace, en la reducción de emisiones, la gestión de los residuos o la fiscalidad verde.

Por su parte, Unidas Podemos cuenta con el segundo programa mejor valorado, aunque contiene “ciertas incoherencias internas”, según Greenpeace. Esta formación logra la mejor puntuación en la defensa de derechos y libertades, así como en el desarrollo de la participación ciudadana en las energías renovables y la gestión del agua.

Greenpeace considera “irrealizable” que la formación morada aborde la movilidad sostenible con un bono social gratuito para los menores de 26 años, si bien destaca que su programa es el único que fija el cierre de las centrales nucleares y de carbón antes de 2025, pero lo condiciona a la creación de dos empleos por cada uno que se pierda.

MÁS PARTIDOS

Por otro lado, Greenpeace consideró “imposible de determinar” la visión de Ciudadanos sobre las medidas medioambientales analizadas. Su programa destaca por la prohibición de los plásticos de un solo uso y la Ley de Financiación del Transporte Público, pero el resto de medidas “tienen mucho que mejorar o directamente suspenden”, como plantar 10 árboles por cada español al final de la legislatura, “una promesa imposible de realizar y sin ninguna validez en la lucha contra el cambio climático, según la ONG.

Del análisis de Greenpeace se desprende que el PP es el segundo partido que suspende en más puntos y el que más medidas acumula con necesidad de mejoras considerables. Saca su mejor nota en movilidad sostenible y agricultura, pero suspende en su escaso compromiso con la transición energética y la llamada ‘Ley mordaza’, y por su Pacto Nacional por el Agua, con el que quiere garantizar los trasvases. También suspende en fiscalidad ambiental al querer eliminar todo tipo de imposición fiscal a los vehículos diésel “ignorando los efectos nocivos para la salud pública y el cambio climático que provocan los motores de combustión”, según la ONG.

Por último, Vox es el partido que más suspensos acumula, con medidas de corte muy neoliberal que no abordan el cambio climático, aunque acepta la descarbonización del sistema económico y recoge medidas para garantizar el acceso a los recursos básicos. Entre los principales suspensos se sitúan las medidas relacionadas con el recorte de derechos y libertades, la reducción de emisiones, la agricultura, la liberalización del suelo o la protección de la caza, que van en sentido contrario a la conservación y protección de la biodiversidad.