Así lo reflejan los datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de variables de submuestra de la Encuesta de Población Activa (EPA).

En particular, los algo más de 358.000 ocupados que recortaron su jornada laboral para disponer de más tiempo para cuidar a personas dependientes se acercaron a la cifra de 2008, cuando 371.400 personas se encontraban en esta situación.

La mayoría eran mujeres, 344.800, cifra equivalente al 96,3% del total, y 13.400 eran hombres. En comparación con 2017, las mujeres que redujeron su jornada para cuidar de personas dependientes aumentaron un 30,7%, mientras la redujeron en un 5%.

Si se compara con 2008, la cifra de mujeres en esta situación se situó un 6,1% por debajo, y la de hombres se multiplicó por algo más de tres.

El 56,8% de ellas consideraron que no hay servicios adecuados para la atención a personas dependientes (niños, adultos, enfermos, personas con discapacidad, etc.) o que no pueden costearlos.

Por otra parte, el INE destaca que de los 3.479.100 parados de media en 2018, la mayoría -3.144.000- habían trabajado anteriormente.

El principal motivo de haber dejado su empleo fue la finalización del contrato, que afectó a 1.677.600 parados con empleo anterior (el 53,4% del total, frente al 52,9% de 2017). En valores absolutos, los parados que dejaron su último empleo hace tres años o más disminuyeron hasta 803.000 desde los 1.001.600 de 2017. Mientras, el 10,9% de los parados con experiencia laboral dejaron de trabajar por despido o supresión del puesto de trabajo.

En el caso de los ocupados, el 15% trabajaron en el año 2018 en empresas de 50 a 249 trabajadores, frente al 14% de 2017. En las empresas de hasta 10 trabajadores el porcentaje fue del 38%, frente al 38,7% del año anterior.

Los asalariados contratados a través de una empresa de trabajado temporal (ETT) supusieron el 3,9% del total, frente al 3,4% de 2017. Los que obtuvieron su empleo con la intermediación de una oficina de empleo pública fue el 2,1% del total.

En lo que respecta a la formación, las especialidades de estudios de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) y de agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y veterinaria presentaron en 2018 las tasas de empleo más elevadas (79,88% y 77,25%, respectivamente).

La de salud y servicios sociales tuvo la tasa de paro más reducida (7,76%). Las personas que han estudiado formación general y habilidades personales, que son las que, a lo sumo, han alcanzado la enseñanza secundaria obligatoria o el bachillerato, presentaron las tasas de paro más elevadas (20,21%) y las de empleo más bajas (37,63%).