Así se pronunció el jefe de la diplomacia durante su participación en el acto del XX aniversario de la CPI que tuvo lugar en la sede de la Escuela Diplomática en Madrid, un evento en el que estuvo acompañado del presidente de este organismo, Chile Eboe-Osuji.

El ministro comenzó su alocución aseverando que el valor de la CPI es "superior a su precio", lo que le permitió subrayar que con la adopción del Estatuto de Roma se produjo un "salto cualitativo" en la forma en que el mundo se organiza.

Apuntó que actualmente 123 países son miembros de la CPI, si bien lamentó que naciones de la envergadura de EEUU, Rusia, China, Israel, India, Irán o Irak no forman parte de la misma. "La mitad de la humanidad no forma parte de este maravilloso instrumento para los amantes de la paz y que supuso un hito en la gobernanza global", dijo.

Añadió que la CPI representa el instrumento donde "más lejos" se ha llegado en la "soberanía global compartida" y lo dibujó como un rudimento "eficaz" pese a su "complejidad, duración de los procesos, dificultad a la hora de dictar condenas e intenso trabajo".

"INSTRUMENTO APRECIADO"

Invitó a "mirar dónde se estaba hace 20 años y dónde se está ahora", lo que le sirvió para exclamar que ni los más optimistas podían siquiera "soñar" con el establecimiento de una institución "plena de legitimidad y con los medios adecuados" para juzgar crímenes, "por muy atroces que sean".

"Hoy los genocidas saben que sus crímenes pueden no quedar impunes", advirtió.

A su vez, dejó claro la adhesión de España a la CPI y concretó la intensión del Gobierno de trabajar para fortalecer las competencias de este organismo, especialmente el proceso por el cual el derecho internacional comienza a situar al individuo "en su sitio".

Por último, reiteró el compromiso del España con la CPI, un "instrumento apreciado y querido", y que se erige como el "único antídoto" del multilateralismo contra el "uso excesivo de la fuerza".