Según informó la Policía, la banda estaba liderada por una mujer que obligaba a las víctimas a prostituirse en el polígono del Guadalhorce y en la localidad malagueña de Fuengirola.

Las mujeres nigerianas, 13 de las cuales han sido liberadas en esta operación, eran sometidas a rituales de vudú o ‘jujú’ para doblegar su voluntad, haciéndoles creer que si no obedecían los mandatos de sus captores, ellas o sus familias podían morir o enloquecer.

Los agentes comenzaron las investigaciones al conocer de la existencia de varias mujeres captadas en Nigeria y posteriormente explotadas sexualmente en varias zonas de Málaga. La red, mediante engaño, lograba la captación de mujeres que se encontraban en una situación de precariedad absoluta.

OBLIGADAS A ROBAR

Para materializar los traslados de estas víctimas se les exigían cantidades que oscilaban alrededor de los 25.000 y los 35.000 euros. La red se aprovechaba del desconocimiento de estas mujeres, que ni siquiera sabían el valor de tales cantidades, y de hecho les hacían creer que los pagos serían fáciles de afrontar y que en pocos meses habrían saldado la deuda contraída.

La organización criminal empleaba para el traslado de sus víctimas la vía terrestre Nigeria-Níger-Libia, atravesando el desierto en vehículos pick-up, sin importarles el riesgo que esto suponía. Una vez en Libia, y tras pasar unos meses en campamentos en los que sufrían todo tipo de vejaciones y abusos, se dirigían a bordo de embarcaciones tipo zodiac hasta Italia, donde personas de confianza de la organización las alojaban hasta su traslado final a Málaga.

Además de a la prostitución, la banda desarticulada obligaba a las mujeres nigeriana a cometer delitos contra la propiedad -de manera organizada y coordinada- contra transeúntes y clientes. Para ello las víctimas eran obligadas y aleccionadas.