La organización explicó que los menores que quedaron huérfanos están en riesgo de ser “estigmatizados, aislados o abandonados” y, al igual que los que se han quedado solos mientras sus padres permanecen en tratamiento, “son particularmente vulnerables”, por lo que Unicef se mostró “preocupado por su bienestar”.

“La pérdida de un padre, una madre u otro ser querido puede ser una experiencia muy triste para un niño”, señaló Gianfranco Rotigliano, representante de Unicef en República Democrática del Congo, para quien lo urgente ahora es “proteger y dar apoyo a los niños afectados por el virus del ébola”. “Mientras el brote continúe, seguiremos coordinando esfuerzos con nuestros aliados para garantizar su bienestar físico y emocional”, aseveró.

El apoyo a los niños huérfanos o separados de sus padres por el ébola suele incluir apoyo psicosocial, ayuda alimentaria y artículos de primera necesidad, así como apoyo para que puedan volver a la escuela.

Además, 112 de estos 155 niños están en edad escolar y Unicef y sus aliados han conseguido que volvieran a la escuela, algo “esencial porque les devuelve cierta estabilidad, un sentido de pertenencia a la comunidad, y les da esperanza en el futuro”, defendió Rotigliano.

RESPUESTA PSICOSOCIAL Y DE EMERGENCIA

Unicef continúa localizando a los niños afectados por el virus del ébola y ampliando su respuesta psicosocial y de emergencia, según va evolucionando la epidemia y, desde el comienzo de la epidemia de ébola ha formado a 219 trabajadores de apoyo psicosocial para identificar de forma rápida las necesidades especiales de los niños huérfanos o separados de sus padres y darles ayuda.

De otro lado, ha proporcionado a estos niños alimentos y apoyo psicosocial en las zonas afectadas de Beni, Mangina, Makeke y Butembo y ha distribuido material escolar a los 112 niños en edad escolar que han quedado huérfanos o solos por el ébola.

Finalmente, ha desplegado a siete nutricionistas para asistir a los menores y ha sensibilizado a un total de 3.163 directores y personal docente en 326 escuelas para apoyar el proceso de reintegración de los niños afectados por la enfermedad y para evitar la estigmatización.