Así se pronuncia Borrell, en un artículo en ABC recogido por Servimedia, en el que rebate los argumentos de quienes le acusan de “haber laminado la carrera” de diplomáticos.

El ministro sostiene que de los 40 relevos de embajadas pendientes que dejó su antecesor en el cargo, Alfonso Dastis, a 20 le han mantenido las embajadas previstas por el anterior equipo, a nueve se le han asignado otras embajadas o se les ha nombrado directores generales en el nuevo equipo ministerial, dos candidatos renunciaron a su puesto voluntariamente y sólo a nueve no se les ha asignado un puesto.

En cuanto a los embajadores relevados antes de que acabara su mandato, el ministro subraya que serán doce, teniendo en cuenta que dos de ellos, José Ignacio Wert ante la OCDE y Pedro Morenés en Washington, “tuvieron la elegancia de presentar su dimisión de forma inmediata tras el cambio de Gobierno”.

Apunta que los relevos en las embajadas se han producido porque “se han considerado embajadas de especial relevancia política para el nuevo Gobierno, o porque se ha nombrado en su lugar a altos cargos salientes”, como ha sido el caso de Italia o Brasil.

También defiende que se ha respetado a los titulares de embajadas relevantes como la de Francia, ante la UE, Reino Unido y Argentina, y arguye que únicamente ha nombrado a tres embajadores ajenos a la carrera diplomática: Andorra, en la OCDE y Unesco.

Abunda en el hecho de que se ha nombrado embajadores o se ha solicitado el plácet “en países relevantes” a “prácticamente todos los altos cargos salientes”: Dastis en Italia, los secretarios de Estado en Japón, Brasil e Irlanda; la subsecretaria de Exteriores Beatriz Larrotcha en Bélgica, el director del Departamento de Asuntos Internacionales de Gabinete de la Presidencia del Gobierno Bernardo de Sicart en Luxemburgo, el director de la Aecid Luis Tejada en Finlandia y el director de la Escuela Diplomática Luis Tejada en Egipto.

A su vez, afirma que se le ha asignado la embajada en Filipinas al anterior secretario de Estado de Presidencia del Gobierno, Jorge Moragas, que había sido muy recientemente nombrado embajador en la ONU.

Manifiesta que los directores generales salientes, altos cargos del anterior equipo, también están siendo propuestos para jefes de misión, como, por ejemplo, el director de Organismos Internacionales, en Corea del Sur.

Por último, reconoce la conveniencia de buscar la mejor forma de utilizar la capacidad profesional de todos los miembros del cuerpo diplomático, y observa “necesario” y “urgente” definir un procedimiento reglamentario y un sistema de evaluación del desempeño que permita valorar de la manera más objetiva posible los méritos de cada candidato a las distintas jefaturas de misión.