En un encuentro con periodistas, el jefe de la diplomacia española apuntó que en este contencioso las dos partes –Italia y España- han sido previsibles: el primero porque su gobierno cumple con el programa con el que los partidos que lo conforman concurrieron a las elecciones; y el segundo porque confirma que se toma en serio la inmigración y ejerce su compromiso de “poner sobre la mesa” la cuestión migratoria con vistas a las próximas reuniones del Consejo Europeo y del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE.

Eludió precisar si la UE debe imponer sanciones a Italia por negarse a acoger a los inmigrantes del ‘Aquarius’ y afirmó que la decisión de las autoridades españoles es un gesto “político cargado de simbolismo” que busca provocar un “electroshock” en la UE.

Esto le sirvió para aseverar que “salvar a unas personas localizadas a 1.500 kilómetros no puede ser una solución perenne”.

No obstante, reconoció que España ha incumplido las cuotas de acogida que estableció en su momento la UE para hacer frente al drama de los refugiados. “(La acogida de los inmigrantes del ‘Aquarius’) sólo es una parte de lo que nos tocaba. Ni más ni menos”, dijo.

Borrell incidió en la importancia de que la Unión Europea conciba sus fronteras como una cuestión común y contestó con un “cada día tiene su afán” sobre la posición que tomaría el Gobierno ante un caso similar. “Al final, lo que se ha producido ha sido un triunfo para quienes estaban en el barco”, observó.

Previno ante la “alarma social” que en algunos países se está construyendo en torno de la inmigración y advirtió de que “lo que Europa será en 50 años está en juego con lo que decidamos hacer con los flujos migratorios actuales”.