Experto anima a perder el miedo al bitcoin
- De momento su influencia es irrelevante, aseguran
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Las fluctuaciones en la cotización del bitcoin están lejos de provocar efectos concretos en la economía real, ya que aunque los niveles de capitalización mundial "parecen muy altos" al estar los propietarios de esta divisa virtual repartidos por todo el planeta, lo cierto es que a escala nacional son irrelevantes.
Así lo explicó el profesor de Economía Monetaria y Financiera Pedro Durá, del departamento de Economía Aplicada, Pública y Política de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), para quien "aún es pronto a la hora de considerar al bitcoin como un nuevo tipo de dinero" en el sentido tradicional.
Con todo, defendió que "no habría que ver ni al bitcoin ni a otras monedas virtuales que compiten con él como una amenaza, sino como innovaciones que amplían las posibilidades y las opciones de los consumidores, quienes al final con sus decisiones tienen la última palabra sobre su futuro".
La historia está llena de ejemplos de cómo innovaciones técnicas supusieron la aparición de nuevos tipos de dinero (entendido como unidad de cuenta, depósito de valor y medio de pago). Está por ver si el bitcoin se consolida y llega a cumplir estas tres funciones de "forma generalizada", pero "no hay que tener miedo", opina.
EVOLUCIÓN
Creado en 2009, el bitcoin comenzó 2017 cambiándose por menos de 1.000 dólares y acabó dicho año por encima de los 14.000 dólares, después de haber rozado los 20.000. Debido a ello, la capitalización de esta moneda dejó de ser irrelevante a nivel mundial.
"Para hacernos una idea visual, en 12 meses su capitalización virtual pasó del 1% del PIB de una economía media-grande como la española al 20%, lo que supone algo menos de la mitad de las 35 empresas del Ibex", indicó Durá.
Por todo esto, 2017 ha sido el año en que más cobertura mediática se ha prestado a dicha moneda virtual, con lo que "podríamos plantearnos si una fuerte caída del bitcoin supondría algún riesgo desde el punto de vista macroeconómico".
Cabría pensar por ejemplo que una fuerte caída "podría disminuir el consumo e incluso la inversión y de ese modo contribuir a una desaceleración del crecimiento económico", explicó Durá, quien se responde a sí mismo que, "de momento, esto no es posible".
La razón es que los propietarios de bitcoin están repartidos por todo el mundo, con lo que aunque todos juntos suman una cantidad muy importante, su influencia se diluye a escala nacional. Ni que decir tiene si lo miramos a nivel internacional o global.
De hecho, en el mismo 2017 el bitcoin cayó casi un 50%, desde su máximo de 19.400 dólares a 10.500 apenas un mes después, y "parece que no causó efecto alguno". "Podríamos decir que la criptomoneda está todavía lejos de poder tener “efectos sistémicos”, subrayó Durá.
DIVISA DIGITAL
A su juicio, todavía es pronto para llamar “dinero” a esta divisa digital, pero en cualquier caso, si sigue avanzando en esa dirección y llega a tener éxito, "no habría que entenderlo como un sustituto de las actuales monedas, sino que coexistiría con ellas y los usuarios utilizarían unas u otras según sus necesidades".
"Esta competencia no tendría que tener aspectos negativos, sino más bien al contrario. Los actuales emisores de moneda, ante la existencia de una potencial concurrencia, tendrían más incentivos en cuidar la calidad de su 'producto'”, razonó.
El profesor argumentó que "quizás la sustitución tendría un mayor grado en aquellos casos con monedas muy inestables e inflaciones elevadas, donde los usuarios encontrarían más ventajas en emplear las nuevas divisas virtuales".
(SERVIMEDIA)
04 Feb 2018
AGQ/caa