Así lo ha confirmado este hospital en un comunicado en el que detalló que en el momento de la rotura había 12 niños ingresados en la UCI, de los cuales dos fueron trasladados a planta porque su estado lo permitía, mientras que los otros 10 han sido reubicados en “zonas asistenciales dependientes de Anestesia y Reanimación Pediátrica, situadas en la misma planta”.

Sin embargo, el sindicato de enfermería Satse Madrid denunció que estos espacios no cumplen “los mínimos exigidos para el estado de salud de estos niños”, ya que “están hacinados” y aunque “los profesionales de enfermería están trabajando al límite para proporcionar los mejores cuidados, las condiciones en las que lo hacen no son las mejores”.

En este sentido, el sindicato alertó de que “al haberse caído parte del falso techo, luminarias y bastante agua, las condiciones para que esta UCI vuelva a funcionar será de, al menos, cuatro semanas” y por ello trasladará a la Gerencia de “la necesidad de que se suspendan las intervenciones programadas para evitar una sobresaturación de las Unidades donde se han ubicado a estos niños”.

Asimismo, solicitó un “plan de contingencias que incluya la atención segura a los niños ingresados y los circuitos de ingresos, las derivaciones a otros centros hospitalarios, la suspensión de todas las intervenciones programadas y la gestión de los riesgos”.

Por su parte, el hospital defendió que “los trabajos de reparación se han iniciado de forma inmediata tras la rotura de la tubería”, aunque reconoció que “se prevé una duración aproximada del plan de actuación de 30 días que incluirá la revisión de todas las instalaciones de esta área y la sustitución de las que sean necesarias”.

Finalmente, confirmó que “está revisando la programación quirúrgica prevista para el día de hoy, por si fuese necesario realizar ajustes en las intervenciones programadas” y añadió que este hospital “destinó 4,2 millones de euros a obras de reparación y reforma en 2017” y “este año cuenta con un presupuesto de 8,3 millones para el mismo fin”.