El tigre de Tasmania estaba condenado a extinguirse antes de ser cazado por humanos
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El extinto tigre de Tasmania estaba condenado a desaparecer mucho antes de que los humanos comenzaran a cazar a ese enigmático marsupial porque tuvo una salud genética deficiente durante miles de años.
Así lo aseguran 14 científicos de instituciones de Australia, Canadá y Estados Unidos en un estudio publicado en la revista ‘Nature Ecology & Evolution’, tras mapear genéticamente a la especie a través del genoma de un cachorro conservado desde hace más de un siglo en un frasco en el Museo Victoria (Australia).
El tigre de Tasmania o tilacino (‘Thylacinus cynocephalus’) fue el marsupial carnívoro australiano más grande en sobrevivir en la era moderna. A pesar de compartir por última vez un ancestro común con los cánidos euterios hace unos 160 millones de años, su parecido fenotípico se considera el ejemplo más sorprendente de evolución convergente en mamíferos.
El último ejemplar conocido murió en cautiverio en 1936 y muchos aspectos de la historia evolutiva de este depredador permanecen desconocidos. Los investigadores secuenciaron el genoma para reconstruir su demografía histórica y examinar la base genética de su convergencia con los cánidos.
La investigación revela que el tigre de Tasmania comenzó a experimentar un declive en su diversidad genética hace más de 70.000 años, lo que la dejó menos resistente al cambio ambiental incluso antes de que cuando los aborígenes comenzaron a habitar Oceanía por primera vez hace unos 65.000 años.
Andrew Pask, biólogo de la Universidad de Melbourne (Australia) y coautor del estudio, señala que la nueva investigación podría permitir a los científicos clonar el tigre de Tasmania y traerlo de vuelta de entre los muertos. “Como este genoma es uno de los más completos para una especie extinta, técnicamente es el primer paso para traer de vuelta al tilacino, pero todavía estamos muy lejos de esa posibilidad”, añade.
El animal se extendió por toda Australia, pero fue aniquilado hace unos 3.000 años, probablemente debido a la sequía. Sobrevivió en el estado insular meridional de Tasmania hasta 1936, cuando el último ejemplar conocido murió en cautividad en el zoológico de Hobart, después de que la especie fuera cazada hasta la extinción en la naturaleza.
Los científicos señalan que su genética estuvo más relacionada con el demonio de Tasmania que con el dingo o perro salvaje australiano, con quien compartía muchas características físicas.
La semejanza física entre el tigrer de Tasmania y el dingo es uno de los mejores ejemplos de lo que los científicos llaman ‘evolución convergente’, es decir, animales distantes que evolucionan hasta parecer similares a medida que se adaptan al mismo entorno.
En el caso de ambas especies, su cabeza y el cuerpo se desarrollaron de manera similar debido a sus técnicas de caza carnívora, aunque los ancestros del os marsupiales divergieron genéticamente los animales similares a los perros hace unos 160 millones de años.
"Cuando miramos las bases de esta evolución convergente, descubrimos que no eran realmente los genes los que producían la misma forma de cráneo y cuerpo, sino las regiones de control que los rodeaban y que activaban y desactivaban los genes en diferentes etapas de crecimiento", agrega Pask.
(SERVIMEDIA)
17 Dic 2017
MGR/gja/caa