Así lo explicó la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros, que aprovechó para felicitar públicamente a Juan Marsé por su "merecido" Premio Cervantes.

Como ha hecho en años anteriores, el presidente regaló un libro a los vicepresidentes y ministros y este año se decantó por la colección de 85 relatos cortos de Merino ilustrados por el propio autor.

También en cumplimiento de su propia tradición, la vicepresidenta regaló otro libro a los informadores que cubrieron la rueda de prensa, y eligió una compilación de poesía de José Bergamín.

Fernández de la Vega defendió la obra de este autor poco conocido de la Generación del 27 y aseguró que, en contra de la famosa frase, "nunca hay malos tiempos" para la poesía.

Bergamín, que no fue plenamente reconocido en su época, según recordó Fernández de la Vega, intentó en su obra congraciar el catolicismo heredado de su madre con las ideas comunistas y republicanas que defendió hasta el exilio.

Regresó a España en 1970 y en embarcó en una dura lucha dialéctica contra la forma en que se gestó la transición a la democracia, y hasta su muerte, en 1983, defendió las ideas del independentismo vasco desde las páginas de "Egin" y a través del respaldo a Herri Batasuna.