ZAPATERO ASEGURA QUE RAJOY ES UN RIVAL "DIFÍCIL"Y LAS ELECCIONES "ESTÁN POR GANAR"
- Juzga necesaria una mayoría "menos ajustada" que la actual para dejar atrás la crispación del PP
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El presidente del Gobierno y candidato del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, considera que Mariano Rajoy es un rival electoral "difícil" y descarta cualquier euforia antes de las elecciones al descartar la hipótesis de victoria segura. "Esto está por ganar", advierte.
En un encuentro informal con los periodistas que siguen sus actos electorales, el presidente expuso sus puntos de vista sobre la marcha de la campaña y algunos detalles de los dos debates televisados.
Aunque las encuestas coinciden en el triunfo del PSOE, el presidente subraya que hablan sólo de una ligera ventaja y acoge su contenido con cautela, con la premisa de que no tienen el valor del voto ejercido.
Rechaza por ello hacer cualquier pronóstico del resultado, algo que juzga "delicado". Con esa reflexión por delante, no quiere referirse siquiera a una mayoría absoluta, pero seguirá reclamando el respaldo amplio, una mayoría "menos ajustada", que considera necesaria para que se abra tras el domingo "un tiempo político distinto".
Eso significa, explicó, que la crispación pase a ser un mal recuerdo, que la descalificación sea una excepción, que las buenas formas sean la manera habitual de comportarse, y que sea una legislatura de la convivencia, del sosiego.
A eso se refiere, aseguró, cuando en los mítines pide a los electores que den "una lección al PP", a que su voto no se guíe por el grado de crispación ni por la capacidad de descalificar, sino por la evaluación de proyectos.
Dice, por ejemplo, que a Rajoy le quitó credibilidad en los debates el no reconocer nada positivo en la acción del Gobierno. Eso es, en su opinión, lo que el PP ha hecho en los cuatro años de oposición, y por eso llega a las elecciones sin proyecto definido.
"ANSIEDAD TÁCTICA"
Subraya, por ejemplo, que en el debate Rajoy demostraba "tal afán de crítica" que no tuvo reflejos ni tiempo para exponer propuestas concretas, incluso de las más destacadas de su campaña.
A lo largo de toda la legislatura, y con especial intensidad en la campaña, Rodríguez Zapatero ha visto en el PP "mucha ansiedad táctica", y precisamente a una de esas "opciones tácticas" achaca el discurso sobre inmigración de Mariano Rajoy en los últimos días.
En la inmigración, el presidente no ve divergencias de fondo sobre el marco legislativo y subraya que su política ha sido acordada con empresarios y sindicatos, y el fondo de integración está pactado con comunidades autónomas y ayuntamientos.
No quiere hablar del momento posterior a las elecciones, mucho menos del futuro de un PP derrotado en las urnas. Habrá que hablar, dice, con quien esté al frente del partido, pero expresa su confianza en que la política se serene.
Por ejemplo, que los dirigentes del PP, sean los que sean, sean capaces de separar lo que les puede convenir políticamente en un momento concreto de lo que debe ser la defensa de los intereses generales en el medio y largo plazo.
De su gestión subraya la capacidad de acuerdos y asegura que la mantendrá si gana las elecciones. Compromete su primera llamada a empresarios y sindicatos para estudiar medidas para "animar" la economía.
También después del 9 de marzo hablará con el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, con el que espera una relación "fluida" una vez que ha tomado las riendas mayoritarias de la jerarquía católica. "Yo lo voy a intentar", asegura.
DEBATES
Para Rodríguez Zapatero, lo más relevante de la campaña es la celebración de los dos debates y el alto interés demostrado por los ciudadanos, con picos de audiencia de hasta veinte millones, equivalente a los votantes de PSOE y PP juntos.
De sus palabras no se desprende que se arrepienta de haber comparado los 238 asesinados por el terrorismo en la anterior legislatura con los 4 de la última, una reflexión que suscitó las críticas posteriores del PP.
Para el presidente, lo más relevante es que formuló una pregunta sobre qué política antiterrorista prefiere, y el candidato del PP no respondió. Reitera, además, la necesidad de ponderar la situación actual y la anterior.
Sólo así, añade, se puede determinar si la situación actual se corresponde con el ataque "tan virulento" del PP al Gobierno, algo a lo que él responde que no, y apostilla que ha sido, además, "profundamente injusto".
Dos días después del último "cara a cara", el presidente comentaba el gran esfuerzo que tuvo que hacer para ajustar sus exposiciones a los tiempos establecidos, y se muestra satisfecho por haber podido exponer sus propuestas.
En las intervenciones de Rajoy, asegura, vio "demasiada descalificación y pocas propuestas", fruto de la estrategia seguida por el PP durante toda la legislatura.
Nunca se sabrá, precisa, la influencia de esos debates en el voto, pero sí su valor en el fortalecimiento de la democracia. Con cuatro años por delante, dice, puede ser más fácil llegar a un acuerdo para garantizarlos.
A pesar de la "tensión dialéctica" de algún momento, asegura que los momentos anteriores y posteriores al debate fueron cordiales entre él y Mariano Rajoy, hicieron alguna broma e incluso hablaron de León.
Reconoce que salió más cansado del primero, el segundo se le hizo más corto, y cree que tanto para él como para Rajoy el primero fue una experiencia de la que aprendieron para el segundo, en su caso para tener la concentración necesaria para ajustarse a los tiempos y preparar las réplicas en apenas dos minutos.
De la campaña de José María Aznar dice que prefiere no hablar, y de Felipe González asegura que le "engrandece" haber rectificado el calificativo que dedicó a Mariano Rajoy, al llamarle "imbécil" en un mitin.
(SERVIMEDIA)
05 Mar 2008
CAA