Tras llegar a la costa, los 33 supervivientes relataron que habían muerto 14 compañeros de travesía, entre ellos 9 niños a los que tuvieron que arrojar al mar.

En rueda de prensa en Atenas junto al primer ministro de Grecia, Costas Caramanlis, Rodríguez Zapatero subrayó lo terrible de esa experiencia y sentenció que si el mundo desarrollado no ayuda a África "nuestro futuro colectivo como espacio de progreso y bienestar se puede poner en cuestión".

Reiteró por ello su empeño en que todos los países desarrollados, comenzando por las grandes potencias industrializadas y los miembros del G8, lleguen al 0,7% de su PIB a la ayuda al desarrollo.

España ya la ha incrementado al 0,5%, subrayó, "y lo voy a seguir haciendo. Crezca la economía lo que crezca, España va a seguir incrementando la ayuda al desarrollo" para que la desesperación no obligue a seres humanos a arriesgar su vida y la de sus hijos.

La miseria, sentenció, debe ser afrontada por los países desarrollados como "una auténtica situación de alarma" no sólo para las conciencias, sino para la estabilidad presente y futura de sus sociedades.

El pacto europeo de inmigración fue uno de los asuntos abordados por Rodríguez Zapatero y Caramanlis en su reunión, tras la cual el presidente español se mostró convencido de que podrá ser respaldados por todos los países miembros de la Unión Europea porque es "bastante equilibrado".

El objetivo es que Europa no sea "una fortaleza, una casa cerrada con candado", pero tampoco un lugar "al que se puede entrar por cualquier lado", sino más bien como un edificio público, al que todos pueden entrar "por los cauces de la legalidad".

Rodríguez Zapatero abogó por incrementar el control común de fronteras, pero advirtió que siempre habrá quien esté dispuesto a jugarse la vida mientras no pueda ganársela en su país, y por eso la única solución de fondo es erradicar la miseria.