El presidente ha dejado ver a un grupo de periodistas su firme convicción de que el problema no es el texto de la Constitución, sino algunas de las políticas aplicadas, y ve la solución en modificar esas políticas que no gustan a los ciudadanos, no en cambiar la Carta Magna.

La posible ratificación simultánea por parte de todos los Estados ha salido a relucir en alguna reunión del Consejo Europeo, aunque ahora no está sobre la mesa.

Sin embargo, el presidente precisa que España estaría de acuerdo con ello si en un futuro próximo esta idea surge de nuevo.

Esta postura choca con algunas legislaciones nacionales. Por ejemplo, la Carta Fundamental de Bonn, equivalente a la Constitución alemana, prohíbe expresamente la celebración de referendos. El presidente asegura, no obstante, que se podría hacer alguna excepción entre los 25 países.

Lo que Rodríguez Zapatero no aclara es si él mismo lo sugerirá en la reunión del Consejo Europeo prevista para el día 16 de este mes en Bruselas.

Tampoco precisa el presidente si este revés de la Constitución Europea puede tener repercusiones en la reforma prevista de la Carta Magna española.

Una de las reformas sobre la que el Gobierno ha pedido dictamen del Consejo de Estado es la inclusión de una mención expresa a la Constitución Europea, y queda por saber qué ocurriría si finalmente se firma su acta de defunción.

El presidente recuerda que, en este momento, ni siquiera se ha pronunciado el Consejo de Estado, y que materializar esas reformas lleva su tiempo. Deja caer con ello su convicción de que el futuro de la Constitución Europea habrá quedado claro cuando España deba decidir lo que incluye o no en la suya.