El líder socialista clausuróuna jornada celebrada por los socialistas en el Senado para clarificar el papel del Senado, en la que defendieron la reforma de la Cámara para adecuarla a las necesidades del Estado autonómico.

Para ello, garantizó que la Constitución, como gran construcción social y jurídica que garantiza la convivencia, permanecerá invariable, "pero su vivir concreto como forma de organizar esa convivencia habrá de ser adaptada, con responsabilidad, a las nuevas demandas y retos históricos".

En este contexto, dfendió la reforma del Senado para convertirlo en un verdadero foro de representación de las comunidades autónomas, de cooperación entre ellas y de ellas con el Gobierno central, para que puedan participar en la formación de la voluntad del Estado y sentirse así integradas en los procesos decisorios.

Para ello, abogó por constituir la Conferencia de Presidentes, articular mecanismos de participación en la Unión Europea, y definir planes concretos de cooperación. "No puedo entender que, después de seis ños de Gobierno del PP, no sólo se desatienda esa necesidad de fomentar la cooperación, sino que se difuminen los pocos instrumentos existentes para ello".

"La única explicación es el desprecio por un modelo de Estado que fomente el diálogo frente a otro que, basado en la confrontación nacional, otorgue rentas electorales a corto plazo".

En otra clara alusión al PP, Rodríguez Zapatero aseguró que situar la defensa de una determinada idea de España "como un programa de partido es, sencillamente, ua irresponsabilidad". "La España constitucional es la que superó las dos Españas, y derrotó la nefasta tentación de utilizar el patriotismo como excusa de confrontación partidaria", recordó.

Criticó por ello "el patriotismo de fundamento nacionalista vinculado a una historia de conquistas y que entorpece nuestras relaciones exteriores y nuestro compromiso de proyecto en común, generando una dinámica de tensión que dificulta que los españoles discutan de los problemas que les afectan y construyan ese poyecto común".

También tuvo críticas para ciertos nacionalismos periféricos "que responden a una idea decimonónica del Estado nación, reducido en su territorio y radicalizado en sus rasgos", a lo que se añade en algunos casos la confluencia del terror y la violencia.

Frente a ese "orgullo de sentirse español por lo que nos separa", Rodríguez Zapatero defendió "el orgullo de sentirse español por lo que nos une, una España plural y abierta y una democracia que sea "mucho más que el Gobierno de la myoría".