A su juicio, dada la gravedad de la situación en estos momentos, el problema no se resuelve con llegar y entregar la ayuda a través de un corredor humanitario, sino que lo que hace falta es diseñar un plan delocalización de los refugiados, combinando el desarme de las milicias con la entrega de la ayuda humanitaria y con la apertura de negociaciones para convocar una Conferencia Internacional de Paz para la zona de los Grandes Lagos, auspiciada por la OUA con apoyo internacional.

Izaguirre considera que la solución a este conflicto "no la tiene nadie", porque "es difícil plantar en medio de Africa un millón y medio de personas que no tienen dónde ir", y cree que no es viable llevar ayuda humanitaria, aunqe esté protegida militarmente, a través de un corredor humanitario abierto desde Ruanda o desde Zaire, sin que los camiones sean atacados o robados.

A su juicio, el problema está en que los campos de refugiados son verdaderas bombas de tiempo. Dentro están controlados militarmente por milicias hutus o tutsis, Zaire quiere que los refugiados de Ruanda y Burundi se vayan y éstos no tienen donde ir, por eso nadie puede garantizar que los rebeldes tutsis de Zaire vayan a dejar pasar el convoy humanitario. "Si todo se queda en que vamos a ir allí y les vamos a entregar la ayuda y nos volvemos, no va a servir para mucho", indicó Izaguirre, que añadió: "Ya hemos tenido suficientes misiones limitadas como la de Bosnia o Ruanda. En este último caso, hay que recordar que el millón y medio de personas que ahora están en Zaire son las que huyeron de Ruanda".

El presidente del CIP piensa que uno de los países más poderosos de Africa -Zaire- y a su vez más frágiles se puede fracturar, porque están inmersos n una situación de caos en la que todos tienen fuerza para pelear, para destrozar y matar a golpe de machete, pero "ni siquiera el Ejército zaireño es lo suficientemente fuerte, por la corrupción, por la falta de formación y de moral, para hacerse con la situación".