Para Yanes, no tiene sentido legalizar una unión que es contraria al sentido específico de cada sexo, y que tiende a "devaluar el matrimonio y la familia; tiende a promover la inmoralidad".

Yanes comienza su carta indicando que los homoxesuales deben ser respetados por todos, porque como personas tienen una dignidad y unos derechos fundamentales y si no se respetan se comete una "injusta discriminación". Pero, según monseñor Yanes, en un posible catálogo de derechos fundamentales de la persona no entra el pretendido derecho de cada uno a actuar según sus inclinaciones, cuando éstas llevan a cometer actos graves contra la Ley Natural.

"No existe un derecho", afirma Yanes, "a cometer actos contrarios a la dignidad de la persona. Existe un derecho a constituir una familia fundada en el matrimonio; pero no existe un derecho a la conducta homosexual, fundado en la dignidad del ser humano".

Por otrolado, el prelado afirma que "la misión de la autoridad pública no es, como tantas veces se dice, responder a una demanda social. La historia ofrece ejemplos de graves atropellos contra la dignidad humana admitidos por la opinión pública. Por este camino, se llega a admitir como legítimas situaciones toleradas por la mayoría".

Para el arzobispo de Zaragoza, la opinión pública no está siempre bien informada, sobre todo cuando se trata de cuestiones morales bien complejas. "No se puede justificar", asegua Yanes, "la legalización de uniones homosexuales sólo porque hay grupos que lo demandan o porque son situaciones admitidas o toleradas por la sociedad".