Según explicaron a Servimedia fuentes de la organización, se trataba así de poner una "nota de color" al acto del Pontífice, justo cuando éste irrumpió en el aeródromo madrileño.

Para su llegada al altar, la organización tenía prevista otra sorpresa con la suelta de dos centenares de palomas, que alzaron el vuelo desde el centro del público y, en varias bandadas, sobrevolaron la ona donde estaba ubicado el Papa para perderse en el horizonte de poniente, a las espaldas del Santo Padre.

Fueron dos de las iniciativas que más colorido aportaron al acto, además de las múltiples banderas, banderolas, estandartes y otro tipo de artefactos que portaban los asistentes al encuentro con el Papa.

También resultó de mucho colorido el vestuario del coro que acompañó al Santo Padre en la ceremonia, compuesto por jóvenes que, lejos de estar uniformados como los tradicionales orfeones, prtaban distintas camisetas de colores muy vivos.

Por su parte, la Curia que acompaña habitualmente al Pontífice, compuesta en su mayor parte por cardenales y obispos, vestía sus tradicionales ropajes de color negro mezclado con morado, pero algunos no pudieron soportar el calor y "tiraron" de la gorra que regalaba la organización con el lema destinado a los jóvenes "seréis mis testigos". Luego se animaron y hasta hicieron la ola.