Solamente en el último año, cientos de miles de personas en el este de Africa tuvieron que abandonar sus tierras cuando la sequía destruyó sus posibilidades de cosecha, y enormes tormentas de arena destruyeron grandes áreas del noreste.

Mientras, en América y en el sur de Europa, ls incendios devastaron millones de hectáreas de bosques.

Para hacer frente a las graves consecuencias causadas por la sequía y la desertificación, hace siete años se adoptó la Convención de las Naciones Unidas sobre esta materia. Hoy muchos países en vías de desarrollo han adoptado Programas de Acción Nacional para coordinar sus esfuerzos.

Sin embargo, según Annan, movilizar los recursos financieros necesarios para combatir la sequía y la desertificación sigue siendo un gran obstáculo. En este setido, aplaudió el creciente consenso alcanzado entre los Estados miembros acerca de la necesidad de crear un mecanismo financiero útil para ayudar a que los países implementen la convención de una forma eficaz.