En un comunicado difundido hoy, los responsables de la UCE recomienda a los usuarios que extremen las precauciones cuando contraten un viaje, con el fin de evitar que sus derechos se puedan ver vulnerados.

La UCE pide a los consumidores que, además de leer atentamente las cláusulas de los contratos, presten muchaatención a la cobertura de los seguros que ofrecen en los viajes, así como que guarden el contrato en casa y lleven una fotocopia para el viaje.

También recomienda a los usuarios que dejen constancia por escrito de las quejas en los establecimientos y reunan el mayor número de pruebas posible, como la publicidad del viaje y de los hoteles, que puede constituir una cláusula contractual con la que defender su reclamación.

Finalmente, esta organización de consumidores aconseja a los usuarios afectads que denuncien las irregularidades o deficiencias detectadas ante las asociaciones de consumidores o inspecciones de turismo.

Las quejas relacionadas con el sector turístico son muy frecuentes todos los años. En 1992, la UCE recibió un total de 5.492 reclamaciones vinculadas a este sector, de las que la mayoría fueron quejas contra las agencias de viajes (2.292), la hostelería (1.690) y los campings (713 quejas).

CONDENA A VIAJES UNIVERSAL

Por otra parte, el juzgado de instrucción número 6 de adrid ha condenado a la agencia de viajes Universal a devolver a tres personas que en agosto de 1990 realizaron un viaje con esta agencia por Rusia y Asia el 50 por ciento del importe del viaje, que ascendió a 174.500 pesetas por persona, según informaron a Servimedia fuentes de la UCE.

La agencia de viajes Universal deberá devolver, por tanto, a los tres turistas afectados un total de 261.750 pesetas. La sentencia resuelve una denuncia presentada por la UCE contra esta agencia de viajes por incumplimento del contrato del viaje y por haber prestado a los turistas unos servicios deficientes, de una calidad inferior a los contratados.

Según la sentencia, Universal no cumplió todo lo dispuesto en el contrato inicial, al utilizar autobús o tren para desplazar a los viajeros, en lugar de avión, como se había contratado, y alojar a los turistas en hoteles de categoría inferior a la acordada, y, en ocasiones, en habitaciones para más de dos personas.