En la VI Conferencia Internacional de Movilidad -----------------------------------------------

MADRID
SERVIMEDIA

La persona, con el olfato, huele; con el oído, oye; con el gusto, saborea; con el ojo, ve, y con el tacto, siente. Pero, ¿pude ver con la piel?

El norteamericano Paul Bach-y-Rita así lo creyó y, por eso, entre finales de los años sesenta y principios de los setenta, inventó un dispositivo para que una persona ciega pudiera utilizar la información contenida en la luz.

El avance no trataba de agudizar un sentido en defecto de otro inexitente, sino de utilizar uno determinado, el tacto, para conseguir el objetivo de otro distinto y del que algunas personas carecen, la vista.

Una especie de cámara de televisión, que apta la imagen, estaba conectada a un aparato de vibraciones sobre la piel del ciego, de tal forma que establecía un correspondencia entre la imagen y lo recibido.

Lo blanco de la imagen producía mayor vibración que lo negro y así la imagen óptico-visual se convertía en una imagen óptico-táctil.

La idea, según explicó a Servimedia Julio Lillo Jover, profesor titular de Psicología de la Percepción de la Universidad Complutense y director de un equipo de investigación que estudia estos adelantos ténicos, partía de que el conocimiento visual es el esencial para llegar a un conocimiento completo de la realidad.

Lillo participó ayer en la VI Conferencia Internacional de Movilidad que, organizada por la Organización Nacional de Ciegos (ONCE), se celebra en Madrid del 9 al 12 de este mes.

El objetivo de esta conferencia, que acoge a representantes de 46 países, es dar a conocer el conjunto de técnicas que potencien una mayor autonomía en la vida diaria de las personas ciegas y deficientes visuaes.

LA LUZ INFORMA

"El milagro de la visión", como lo calificó Lillo, se basa en que la luz posee una información cuantitativa y cualitativa a la que el ojo responde.

Sin embargo, hubo que esperar a que el norteamericano C.C. Collins solucionara el problema de la movilidad, instalando el aparato necesario para captar la imagen en la patilla de las gafas.

Además de la agilidad, Collins introdujo otras novedades: sustituyó los vibradores por 1.024 electrodos que permitieron que un invidente btuviera información eléctrica a través de más puntos, por medio de una placa colocada en el abdomen.

Collins aportó, con el blanco y negro, seis tonalidades de grises, con lo que se llegó a un percepción del objeto de un 95 por ciento por medio de un sistema que sólo había obtenido resultados en espacios interiores con luz artificial.

LA DUDA DE LA SOMBRA

Las sombras de un espacio exterior planteaba un gran problema, señaló a Servimedia Lillo, porque confunden al invidente al dar una informacin confusa.

Collins se rindió al ver sus estudios limitados a "experimentos de laboratorio sin eficacia real".

Mientras tanto, el equipo de investigación, de tres personas, de Compensación Perceptiva de la Universidad Complutense (Madrid), dirigido por Julio Lillo, entró en contacto con una compañía norteamericana que había retomado las investigaciones de Collins.

Hace año y medio, y con subvención de la ONCE, el equipo puso en marcha un proyecto en el que, la diferenciación de blanco y negrodio paso al color.

"Con la introducción del color, la estimulación que el ciego recibe, además de variar cuantitativamente, como se había logrado hasta entonces, conseguimos una variación cualitativa", explicó el director de la investigación.

Ya tenían solucionado el problema de las sombras y el invidente podía lograr "sentir" la diferencia entre una superficie lisa de una rugosa a través del tacto.

DE 1 A 316 ELECTRODOS

Sin embargo, los experimentos se habían realizado con un sólo electroo. Ahora, queda extender el avance creando una "gran placa táctil de 316 electrodos".

Para ello, contaban con la maquinaria de la compañía norteamericana con la que habían llegado a comprometerse con anterioridd para cederle su tecnología.

Sin embargo, "ésta se fue a pique cuando el director se largó con el dinero y nos encontramos con que teníamos que empezar casi desde cero, en cuanto a tecnología se refiere".

El equipo de Julio Lillo, en la actualidad, está esperando una subvención de la NCE que, a través de una Comisión de Investigación, responderá seguramente en octubre próximo.

La beca pedida para la investigación, de cinco millones de pesetas, permitiría, según afirmó Lillo, no sólo la investigación, sino también la creación de una tecnología propia.

(SERVIMEDIA)
10 Ene 1991
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