Según informaron esta mañana fuentes de la Guardia Civil local a Servimedia, el denunciante acudió ayer tarde al cuartel visiblemente excitado, con síntomas de padcer el "mono" y el agravante de haber sido engañado por el "camello".

Allí relató a los guardias lo que le había pasado y cómo pudo comprobar a tiempo, antes de proceder a pincharse una dosis, que lo que le suministró el narcotraficante era polvo de ladrillo o de algún otro producto cerámico, en lugar de heroína.

La zona de la costa onubense en la que se encuentra enclavada Cartaya pasa por ser uno de los puntos más azotados por la drogadicción y el comercio de estupefacientes en toda la provinci.

La situación ha llegado al límite de impulsar la creación, hace unos meses, de un centro de rehabilitación de toxicómanos en la localidad vecina de Lepe.

Uno de los pueblos costeros con mayor índice de toxicomanía es Isla Cristina, donde los vecinos recurrieron en varias ocasiones a montar patrullas callejeras para paliar la presencia de drogadictos y prostitutas "enganchadas" a la heroína por sus calles.

Miembros de la Benemérita aseguraron a esta agencia que la proximidad de la frontera on Portugal facilita la entrada de estupefacientes tanto para los drogodependientes de Isla Cristina, como para los que viven en las localidades que forman el cinturón de la capital onubense.