Según informó a Servimedia un portavz de Anagrasa, la patronal que agrupa a estas empresas, la prohibición de esas harinas obligaría al cierre de la mayoría de las factorías, con la consiguiente pérdida de varios centenares de empleos.

Estas empresas transforman cada mes en pasta de harina 15 toneladas de residuos cárnicos procedentes del despiece de animales y de reses muertas, que son destinadas principalmente a piensos, pero también a mantequillas, jabones y otros productos.

Los fabricantes alertaron de que, actualmente, no exisen incineradoras suficientes para aniquilar estos desechos de la producción cárnica y que, por el contrario, ellos cumplen un tratamiento de presión, temperatura y tiempo establecido por la normativa española y comunitaria, que destruye todo tipo de bacterias.

En su opinión, lo que no se puede tolerar es que las vacas, que son animales hervíboros, acaben comiendo compuestos hechos a base de sus propios residuos. Anagrasa asegura que eso no ocurre en España, y en los países de Europa en que ha pasado s han saltado la normativa que impide que los rumiantes coman este tipo de piensos.