Inmigración
Alrededor de 1.000 millones de personas en el mundo son migrantes o refugiadas
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Alrededor de 1.000 millones de personas en el mundo son migrantes o refugiadas, es decir, viven en un país distinto a su lugar de nacimiento.
Representan casi el 17% de las personas empleadas en actividades consideradas peligrosas por su exposición a sustancias tóxicas o por las condiciones físicas en que estas se llevan a cabo, según recoge el primer informe sobre el ‘Estado de la Salud de la Población Migrante y Refugiada’.
Publicado este miércoles por la Organización Mundial de la salud (OMS), el trabajo subraya que el hecho de migrar no implica ningún empeoramiento de la salud ‘per se’, aunque la gran mayoría de estas personas presentan peores indicadores sanitarios comparadas con sus comunidades de acogida.
Ello se debe a una combinación de factores, como son su mayor pobreza y privación de medios de vida; un menor nivel educativo; mayores dificultades en el acceso a una vivienda adecuada; trabas administrativas y legales a la hora de ingresar en los sistemas de salud nacionales, y barreras lingüísticas y culturales.
Según el secretario general de la OMS, Tedros Adhanom, “urge una acción colectiva para que los sistemas sanitarios de los distintos países aseguren un trato adecuado a las personas migrantes”.
“Debemos por tanto reorientar la respuesta de nuestros sistemas de salud, de cara a hacer frente a un movimiento poblacional que será cada vez más acusado”, reclamó.
Alrededor de 169 millones de migrantes trabajan en actividades “peligrosas y poco higiénicas”, destaca la OMS, lo que incrementa la probabilidad de que sufran accidentes laborales o enfermedades profesionales.
Este fenómeno se ve agravado por el hecho de que, según un metanálisis a partir de los datos de 17 millones de migrantes, estos trabajadores realizan un menor uso de los servicios de prevención de riesgos laborales y de salud en general.
INTÉRPRETES Y MEDIADORES
El informe lamenta, además, “la ausencia de datos desglosados” en muchos países, que impide una comparación efectiva entre la población migrante y la autóctona y entre distintos estados.
Sin embargo, sí destaca la importancia de que las personas migrantes dispongan de intérpretes o mediadores culturales a la hora de acceder a servicios sanitarios.
Esto resulta de especial importancia en el caso de los niños y de las mujeres, que muchas veces deben recurrir a la traducción de sus maridos o de otros varones, una situación que dificulta de forma especial su acceso a métodos anticonceptivos y a todo lo relacionado con la salud sexual y reproductia.
Asimismo, la falta de comprensión implica que la adherencia a los tratamientos y los procesos de recuperación presenten también peores resultados en estos colectivos.
Por ello, la OMS aconseja no solo la contratación de intérpretes, sino que estos además dispongan de un vocabulario técnico adecuado y que estén bien familiarizados con la cultura de las comunidades de origen. A veces, no basta con traducir tal cual los diagnósticos y recomendaciones médicas, y es preciso “recurrir a metáforas o a explicaciones más largas” para que los destinatarios los comprendan y acepten, precisa.
Por último, el informe subraya la importante aportación de los trabajadores extranjeros a los sistemas sanitarios de varios estados de la OCDE durante la pandemia de covid-19, donde los médicos, enfermeras y auxiliares procedentes de otros países tuvieron un peso muy significativo.
En conclusión, exige “que el factor migratorio sirva para orientar las políticas sanitarias –en el sentido de reconocer y atender mejor las necesidades específicas de este colectivo-- y no como elemento de discriminación”.
(SERVIMEDIA)
20 Jul 2022
AGQ/gja