UNO DE CADA DIEZ POLICIAS DESTINADOS EN EUSKADI NECESITA AYUDA PSICOLOGICA, SEGUN LOS SINICATOS

BILBAO
SERVIMEDIA

Uno de cada diez policías destinado en Euskadi necesita ayuda psicológica, debido a la tensión que provoca el saberse objetivo de la banda terrorista ETA, según afirmaron hoy a Servimedia fuentes sindicales.

Aunque no existen estadísticas oficiales que avalen estos datos, muchos de los agentes no acuden a los psicólogos y prefieren ocultar su situación depresiva. Otros van a sus médicos de cabecera o se tratan con facultativos particulares.

Las mismas fuetes señalaron que, al no recibir el tratamiento médico adecuado, las recaídas son frecuentes, ya que la única receta es "estar de baja 15 ó 20 días, hasta que se les acabe la depresión. En algunos casos, cuando se reincorporan al servicio su situación es aún peor".

En lo que va de año, sólo en la provincia de Vizcaya unos 40 funcionarios han pasado revisiones psicológicas. Sin embargo, algunos policías afirman que el 80 por ciento de los aproximadamente 2.300 destinados en la actualidad en el País Vaso tendría que recibir asistencia especializada.

ESCASO EFECTO

En su opinión, las circulares que difunde de forma periódica el Ministerio del Interior alertando sobre la posibilidad de atentados terroristas surten un escaso efecto. "En esas ocasiones", aseguran, "le dices a tu mujer que te dé las llaves del coche, que no puedes salir, y a los niños que no bajas con ellos al parque y te quedas en casa".

Pese al propósito de Interior de sacar de Euskadi a todos los policías amenazados por ETA, funionarios que han sido víctimas de atentados permanecen aún allí.

Un agente, que prefiere mantener el anonimato, sufrió en 1989 un atentado en el alto vizcaíno de Miraflores que le provocó una pérdida de audición del 33 por ciento. Tras estar de baja en La Coruña, perder 20 kilos de peso y tener problemas psicológicos, ha sido reintegrado en el servicio.

A otro policía, destinado desde hace 14 años en Bilbao y del que la Jefatura Superior de esta ciudad ha admitido que es conocido por dos etarras,actualmente encarcelados, se le ha negado el traslado, aunque se le aconsejó que cambiase de domicilio.

Según sus compañeros, su familia sufre depresiones y "sus superiores le han dicho que es afortunado porque sabe que pueden ir a por él y, por ello, adoptar las medidas de seguridad que crea convenientes".

La Asociación Nacional de Policía Uniformada (ANPU) asegura que existen muchos más casos y que estos problemas sólo se solucionarían si la Administración hiciese un estudio riguroso y serio sore el tema.

LAS FAMILIAS, PEOR

"Cuando alguien pregunta a mi hija en qué trabaja su padre empieza a llorar. Si ve en la televisión un atentado, se mete en su habitación y no sale". Este testimonio de un policía refleja la opinión de muchos agentes: que sus familias lo pasan peor que ellos.

Según dicen, son sus hijos y mujeres los principales perjudicados de que ellos no puedan salir del Norte. Algunos se enfrentan a la paradoja de que sus hijos no quieren abandonar Euskadi porque tienen allí sumundo.

Otros, sin embargo, optan por una solución más radical. Envían a sus familias lejos de donde están destinados para evitarles tensiones. Su afán por la seguridad les lleva incluso a protagonizar curiosas anécdotas.

(SERVIMEDIA)
26 Sep 1991
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