El representante de Unicef en Somalia, Hannan Sulieman, indicó que este grupo de población sufre condiciones de pobreza extrema en el país y, a menudo, sólo cuenta con los suministros y servicios que ofrecen los trabajadores humanitarios.

El pasado 17 de mayo, la milicia Al Shabaab tomó el centro de operaciones de Unicef en el poblado de Jowhar, en el centro del país, y saqueó y destruyó las reservas y el equipo que allí se encontraban.

Actualmente, las instalaciones continúan en manos rebeldes, que niegan el acceso al personal de la agencia de la ONU, según aseguró Unicef.

Sulieman subrayó que los responsables de estos actos "deben entender que sus acciones tienen consecuencias graves para sus niños y mujeres, y para sus propias comunidades y pueblos".

Agregó que esta escalada de ataques a los trabajadores humanitarios se presenta en un momento en el que el pueblo somalí necesita urgentemente ayuda humanitaria, dado el resurgimiento de los enfrentamientos en Mogadiscio entre las fuerzas del Gobierno y los grupos extremistas, que ha causado un nuevo desplazamiento masivo.