La pintura absorbe el calor que emana del sol cuando la temperatura ambiente desciende de los 20 grados centígrados y ayuda a caldear las habitaciones. En cambio, cuando la temperatura sobrepasa los 20 grados, la pintura comienza, automáticamente, a reflectar los rayos del sol para mantener el edificio fresco. Puede llegar a incrementar el calor en 4 grados en invierno y bajar la temperatura en 8 grados en verano.

Además, el recubrimiento cabia de color según la estación, dependiendo de la absorción solar. Los investigadores han tomado en consideración las preferencias personales, poniendo tonos frescos, como los azules, en verano y tonos más cálidos en invierno.

Yiping Ma, director del equipo chino, prosigue las investigaciones para mejorar la durabilidad de la pintura. Actualmente, los edificios que la utilicen tendrán que ser pintados cada 4 años para que las propiedades sigan siendo efectivas.