Las maderas que hicieron tropezar a la mujer estaban colocadas junto al bordillo para permitir el acceso de vehículos a un garaje prvado. La mujer denunció al Ayuntamiento de Carcaixent, que anteriormente se había negado a rebajar y reforzar los bordillos de las aceras para facilitar que los coches salieran y entraran de los aparcamientos particulares, recomendando a cambio el uso de calzos o cuñas.

Según el Supremo, el Ayuntamiento de Carcaixent "generó, con su tolerancia y su recomendación, un gravísimo riesgo para los peatones, lo que le hace directamente responsable de la caída al suelo de la demandante".

El Alto Tribunalrechaza que la culpa del accidente sea de quien puso la cuña, como argumentaba el Ayuntamiento, y añade que existe un "evidente vínculo de causalidad" entre la actuación municipal y el accidente de la mujer.

La mujer tardó 200 días en recuperarse de la fractura de cadera que le provocó la caída y que le dejó una cicatriz en la pierna correspondiente. Además tuvo que contratar a una persona para que, durante su convalecencia, atendiese la farmacia de la que era propietaria.

El Supremo condena al Auntamiento de Carcaixent a pagar 5.374.064 pesetas a la mujer por el accidente. Pero además, el Alto Tribunal considera que la cicatriz "constituye una deformidad merecedora de una adecuada reparación" (500.000 pesetas).

Además, el Tribunal Supremo considera justo que se la indemnice con 10.000 pesetas por cada uno de los días en los que no pudo atender su negocio. En este sentido, argumenta que si la mujer no se hubiese caído y roto la cadera por culpa del ayuntamiento, no habría tenido "necesidad deretribuir a terceras personas para que ocupasen su puesto".