La sentencia de la alta institución jurídica se refiere al caso del entrenador de baloncesto femenino Roderick Jackson, que perdió su empleo en un instituto de Alabama en mayo de 2001, cinco meses después de presentar una queja porque el equipo de baloncesto femenino contaba con un equipamiento e instalaciones de inferior calidad a los del equipo masculino.

Jackson denunció a las autoridades educativas de Alabama,pero los tribunales de primera instancia no consideraron su denuncia. Por ello el entrenador apeló hasta llegar al Supremo.

La sentencia de este tribunal expresa que "las represalias contra una persona que ha denunciado un caso de discriminación por razón de sexo, son otra forma intencionada de discriminación por razón de sexo."