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UNA INVESTIGACIÓN DE DOS ECONOMISTAS NORTEAMERICANOS CONCLUYE QUE EL DINERO SÍ DA LA FELICIDAD

MADRID
SERVIMEDIA

La riqueza material aumenta la felicidad de las personas, según concluye una investigación de dos economistas de la Universidad de Pensilvania, Betsey Stevens y Justin Wolfers.

Estos dos economistas cotejaron la amplia colección de encuestas internacionales realizadas en las últimas décadas sobre el sentimiento de felicidad de los individuos con la evolución del PIB de los países a los que pertenecen.

Su conclusión es que los ciudadanos de los países materialmente más prósperos son más felices que los de estados menos avanzados. Además, dentro de los países desarrollados, los ricos se muestran más contentos con su vida que los menos favorecidos económicamente.

En el caso concreto de Estados Unidos, una reciente encuesta Gallup mostraba que un 90% de las personas pertenecientes a familias con ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales se consideraban "muy felices". Sólo el 42% de quienes vivían en hogares con ingresos inferiores a 30.000 dólares decían lo mismo.

Con este trabajo, estos dos economistas han tratado de desafiar la conocida como paradoja de Easterlin, una teoría clásica de las modernas ciencias sociales enunciada en 1974 por otro economista de la Universidad de Pensilvania, Richard Easterlin.

Según la paradoja de Easterlin, el bienestar material eleva la felicidad personal mientras contribuye a satisfacer necesidades básicas, pero a partir de ese punto lo que verdaderamente le importaría a la gente es su bienestar relativo, es decir, vivir mejor que el prójimo, y no tanto mejorar en términos absolutos.

El trabajo de Betsey Stevenson y Justin Wolfers rebate esa conclusión señalando que, desde que se enunció esta paradoja en 1974, ha habido una explosión de encuestas internacionales que permiten realizar una mejor comparación entre los niveles de felicidad subjetiva declarados por los individuos y el bienestar material de que gozan sus países.

De esa comparación se desprende, según su trabajo, una clara correlación positiva, en términos absolutos, entre el aumento del bienestar personal y la felicidad personal.

Stevenson y Wolfers añaden que ya hay estudios anteriores al suyo que han demostrado que "cuando se pregunta a la gente sobre qué hace falta para tener más felicidad o una vida satisfactoria, hay una sorprendente uniformidad en todo el planeta a la hora de responder que el dinero, la salud y la familia son componentes necesarios de una buena vida".

Sin embargo, Easterlin ha declarado a "The New York Times" que, aunque cree que los ciudadanos de los países más ricos está más satisfechos con su vida, sigue siendo escéptico respeto a que la riqueza sea realmente la causa de ese mayor nivel de satisfacción. Los resultados de la nueva investigación, aduce, pueden reflejar diferencias culturales en cuanto a la manera en que la gente responde a las encuestas.

"Todo el mundo quiere demostrar que la paradoja de Easterlin no se sostiene, y estoy perfectamente dispuesto a creerlo, pero me gustaría ver un análisis informado que lo demuestre", ha manifestado el propio Easterlin, para quien la investigación dada a conocer ahora es sólo "un trabajo muy generalista sin pruebas suficientes".

El trabajo de Stevenson y Wolfers se titula "Economic Growth and Subjective Well-Being: Reassesing the Easterlin Paradox", y está accesible en la dirección electrónica "bpp.wharton.upenn.edu/index.shtml"

(SERVIMEDIA)
17 Abr 2008
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