La sociedad española accede así al proceso de investigación abierto por las grandes multinacionales de sector ante las cada vez más restrictivas normas internacionales sobre este tipo de productos.

Lubrimosa ha justificado esta iniciativa aludiendo a los elevados índices de peligrosidad para la salud y el medio ambiente que presentan los elementos base y los aditivos utilizados para la producción de estos aceites, tales como antioxidantes, detergentes, dispersantes o emulsionantes.

Asimismo, mantiene que entre los problemas más comunes causados por los aceites convencionales destacan las intoxicaiones, la dermatitis, los cánceres de piel y por inhalación de gases y la contaminación de aguas y bosques.

La empresa española considera, además, que hay que actuar sobre la biodegradabilidad de los lubricantes, "ya que el proceso de reciclado es complejo y costoso, lo que se traduce en abundantes vertidos sin control alguno".

VERTIDO INCONTROLADO

Las últimas cifras difundidas por la ya desaparecida Secretaría General de Medio Ambiente reconocían que alrededor del 50 por ciento de las más de 30.000 toneladas de esta sustancia que anualmente se venden en España no se sabe dónde terminan.

En la actualidad sólo hay dos empresas en todo el país que se dedican a la regeneración de aceites industriales usados: Ulibarri, en Madrid, y Petrolev, en Valencia.

La fase experimental del proyecto, que es apoyado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo y por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, concluirá en 1992, con la elección de los lubricantes menos dañinos para la sald humana y la vida orgánica del entorno.