La hazaña estaba patrocinada por una importante fima de preservativos y ha sido el ensayo para una aventura más ambiciosa que se realizará el año que viene en una embarcación fabricada con 250.000 condones.

La balsa, que comenzó su recorrido el pasado 17 de agosto en el cabo Kolka, contó en un principió con cinco tripulantes, pero dos de ellos abandonaron el viaje en una pequeña isla estonia en el golfo del Riga tras pasar tres días inmovilizados por la ausencia de viento.

"Nos preocupaba que no fueran lo suficientemente resistentes, aunque consguimos los extras fuertes", afirma refiriéndose a los preservativos Ivars Beitans, quien concibió la empresa. "Sólo la mitad de los condones completó el viaje", añadió.

Beitans y el resto de la tripulación se pasó la semana previa al viaje inflando los preservativos y colocándolos en sacos, que fueron posteriormente amarrados entre sí y dotados de una vela. El objetivo era comprobar la resistencia del método anticonceptivo ante el roce con las aguas marinas y desterrar así su mala reputación en otros enesteres.