Según explicaron los familiares a "Las Provincias", la enferma tenía un quiste en la cabeza y por lo tanto necesitaba que se la raparan cada vez que se suponía iban a operarla. La sobina de la enferma, Treme Payá, declaró que la mujer pasaba toda una noche de angustia temiendo la operación.

Al día siguiente nadie iba a recogerla a su habitación de la planta octava del hospital, donde está ubicada la sección de neurología. No obstante, la enferma no desayunaba por prescripción médica.

Este hecho llegó a suceder cuatro veces seguidas y en la quinta ocasión la enferma llegó hasta la puerta del quirófano, pero una vez allí tampoco estaba disponible la sala de operaciones, por lo ue volvieron a subirla a su habitación.

Finalmente, ese mismo día su sobrina se dirigió al Servicio de Atención al Paciente del centro sanitario y consiguió que la anciana fuera operada.

Todo esto sucedió en un plazo de quince días. La enferma ingresó por urgencias en La Fe el 5 de noviembre, se le operó el día 29 de ese mes y el 7 de diciembre recibió el alta. La mujer no ha querido revelar su nombre y asegura que nunca olvidará la odisea en la que se vio envuelta.