La desautorización de Cándido Méndez por el Comité Confederal de UGT se produce cuando ni tan siquiera hace un año que se celebró el último congreso confederal del sindicato, en abril de 1994, y en el que Méndez fue elegido secretario general, en sustitución de Nicolás Redondo.

La crisis de UGT saltó a la lz en el comité confederal del pasado mes de diciembre, el primero en el que se sometió a votación la gestión de Méndez, y en el que los miembros de la Ejecutiva José Luis Daza, Gustavo Gardey y Dionisia Muñoz mantuvieron una postura contraria a lo que previamente había aprobado por unanimidad la Ejecutiva del sindicato.

La negativa de Daza, Gardey y Muñoz a presentar voluntariamente su dimisión por actuar en contra de la Ejecutiva, como les solicitó Méndez y el resto de la dirección del sindicato, hiz que se discutiera el problema en el Consejo Confederal, un órgano de carácter exclusivamente consultivo compuesto por los miembros de la Ejecutiva y los secretarios generales de federaciones y uniones territoriales.

Pese a que la mayoría de la organización creía que el problema debía solucinarse dentro de la Ejecutiva, Méndez finalmente se vio obligado a apartar de sus funciones a los tres disidentes y a convocar un comité confederal extrapordinario para solucionar una crisis que con el resultado de a votación de hoy se ha agravado aún más.

Esta crisis se produce en un momento especialmente delicado para la UGT, que atraviesa una difícil situación económica por el problema de la PSV y que tiene que solucionar sus problemas internos en plenas elecciones sindicales y cuando está iniciándose la negociación colectiva de este año.