En la noche de ayer, cerca de dos centenares de trabajadores se desplazaron hasta la capital cántabra en 50 vehículos y recorrieron las principales calles de la ciudad ante la vigilancia de una dotación policial que les acompañó en todo momento en su visita.

La caravana automovilística, que se desarrolló con toda normalidad y sin incidentes, condujo a los manifestantes hasta el domicilio del director general de Snace, Luis Reparaz, en El Sardinero, donde los trabajadores permanecieron concentrados hasta pasadas las nueve de la noche.

Los miembros del comité de empresa de la papelera colocaron en la fachada del edificio varios carteles reivindicativos con la fotografía de Reparaz y leyeron un comunicado en el que acusaban al presidente del Consejo de Administración, Enrique Quiralte, de pretender el cierre de la factoría.

Los únicos momentos de tensión se produjeron cuando un grupo de trabajadores pintó co 'sprays' en la fachada del edificio textos con amenazas de muerte para Reparaz, lo que provocó el reproche de los vecinos de la comunidad y el abucheo por parte de los congregados.

Asimismo, los trabajadores se han vuelto a concentrar hoy en las instalaciones fabriles de la papelera y se han manifestado por el exterior de la misma, sin entrar en ningún momento en el interior de los edificios de la empresa. Después de dos horas, los operarios se han disuelto.

Tras un fin de semana de descanso, lo trabajadores se trasladarán a Madrid el próximo martes y permanecerán en la capital de España hasta el miércoles. Los desplazados han anunciado que dormirán en la calle frente a las oficinas de la papelera "para llamar la atención de todo el país, en la medida de nuestras posibilidades, a la hora de pedir responsabilidades".

Estas movilizaciones responden a la pretensión de la empresa de aplicar un nuevo expediente de despidos que afectará a 115 trabajadores y otro de regulación de empleo para 148 hata finales de 1994. El comité de empresa ha mostrado su total rechazo a esta iniciativa y estudian la posibilidad de paralizar las secciones de la fábrica que ya han comenzado a funcionar.