Con esta caravana, los trabajadores de Gillette inican un calendario de movilizaciones que, según anunciaron sus representantes sindicales, se endurecerán a partir de ahora con protestas mucho más contundentes.

Los operarios de Gillette se oponen totalmente al cierre de la fábrica anunciado por la dirección de la multinacional norteamericana, que pretende trasladar su producción a un país de Europa del Este, donde la mano de obra es mucho más barata.

Según los miembros del comité, los directivos de la empresa les han negado el suministro de agua yde electricidad en el encierro que mantienen en una caseta que han instalado ante las puertas de la factoría.

El comité de empresa pretende presentar a la dirección de Gillette un plan de viabilidad con algunos cambios laborales que consigan el mantenimiento de la factoría.

En el encierro participan, divididos en retenes, los 240 empleados de la fábrica, relevándose según los turnos de trabajo de cada uno de ellos. Con esta medida tratan de impedir que la dirección haga efectivo el anunciado ciere y evitar que salga cualquier tipo de maquinaria y material del interior de la factoría.