Al menos así lo cree Raimundo González Aninat, profesor de Derecho del Espacio y presidente del "Grupo de los 77" de la Comisión del Espacio de las Naciones Unidas, primer invitado del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (Inta) en 1992, que ha sido declarado Año Internacional del Espacio.

El Derecho Espacial regula cuestiones relacioadas con las actividades científicas, tecnológicas e industriales, además de otros problemas derivados del deterioro del medio ambiente que afectan a todos los países del mundo, no sólo a los más desarrollados.

Los miles de objetos que el hombre ha puesto en órbita desde hace años han conformado una tupida red de chatarra en el espacio, lo que agrava el riesgo de colisiones entre estos ingenios, en los que fueron invertidos miles de millones de pesetas para enviarlos al espacio exterior con fines explratorios.

Satélites inservibles, estaciones meteorológicas y otros artefactos destinados a las comunicaciones y a la obtención de información sobre los planetas vagan por el espacio cuando dejan de tener utilidad.

Para Raimundo González, la utilización de las fuentes de energía nuclear en el espacio exterior, la delimitación del espacio aéreo, el uso de las órbitas geoestacionarias, la asignación de frecuencias de los satélites de comunicaciones y el control de los espacios útiles, tendrán que se revisados en un futuro no muy lejano.

A esto hay que sumar el estorbo que representa la chatarra espacial a la hora de lanzar al espacio nuevos ingenios con fines científicos y el control del medio ambiente, que permiten, por ejemplo, detectar los incendios forestales o el avance de la desertización.