Manglano fue el encargado de clausurar el curso "Poder y servicios deinteligencia" que, organizado por la Universidad Complutense y dirigido por Aline Griffith, condesa de Romanones, reunió en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) a significativos representantes del espionaje internacional.

El representante del servicio de inteligencia español, quien se negó a llamar a sus colaboradores "espías", añadió que "si el factor sorpresa es uno de los puntos esenciales de todo golpe de Estado, el de la Unión Soviética, desde luego, lo ha conseguido".

El papel del factor humno dentro de los servicios secretos constituyó uno de los puntos destacados de la intervención del conferenciante, quien opinó que el caso de la guerra del Golfo Pérsico fue un claro ejemplo, ya que "la tecnología y los satélites dejaron muchas sombras que fueron cubiertas por la Inteligencia".

Señaló que el CSID destina un 50 por ciento de sus recursos a las fuentes de inteligencia humanas y un 30 por ciento a las que proceden de señales electrónicas o tecnología. Es en ese porcentaje donde, para Manlano, radica la eficacia del servicio.

Del resto, el 10 por ciento está dedicado a las acciones operativas, "las más delicadas del servicio y las más siniestras", según explicó también Manglano; un 5 por ciento a fuentes abiertas y el otro 5 por ciento a otras distintas.

CONTROL DEL CSID

El CSID, que no es un órgano militar pues agrupa también a personal civil, depende directamente del Ministerio de Defensa, cuyo ministro, además del presidente del Gobierno y del Rey, son las tres personas que onocen la actividad íntegra del organismo y quienes ejercen su control sobre él.

Asimismo, el servicio de inteligencia español es controlado judicialmente y por vía parlamentaria a través de un comité administrativo que recibe información sobre las misiones del servicio y sus resultados.

"Sin embargo, ningún servicio está obligado ante la comisión parlamentaria a revelar sus fuentes, lo que puede interpretarse como un límite a dicho control", señaló.

Manglano, que lleva diez años a cargo de a dirección del CSID, desmintió que el fín de la "guerra fría" haya supuesto el final de los servicios de inteligencia.

Aunque reconoció que la caída del muro de Berlín "derrotó una época de simplificación dividida entre buenos y malos", añadió que el lado económico de la droga, su producción, distribución y beneficios centrarán los objetivos de los servicios secretos.

A ello hay que añadir la preocupación por el terrorismo, "no sólo español y europeo, sino el internacional procedente de los paíss árabes", así como la no proliferación de armamentos no convencionales.

Por último, Emilio Alonso Manglano hizo referencia a la relaciones de los servicios de inteligencia con la prensa. "Nos situamos en las antípodas, porque mientras que los medios de comunicación social tienen la obligación de contar todo, nosotros debemos callarlo casi todo, lo que puede dar lugar a un 'simple diálogo de búfalos' entre ambos", precisó.