De nuevo, el debate estuvo protagonizado por el cruce de reproches entre los dirigentes del sector oficial y la corriente crítica Nueva Izquierda.

Todos coincidieron en la necesidad de acer una oposición dura al Partido Popular, pero discreparon a la hora de ver con quién y con qué grado de autonomía se hace esa oposición.

Mientras el sector mayoritario defendió el derecho a hablar con los socialistas y los sindicatos y a criticarlos al mismo tiempo, Nueva Izquierda pidió que se trabaje en unión con las fuerzas de izquierda y las centrales sindicales, enterrando ya el lenguaje de "confrontación", según dijo Diego López Garrido.

Anguita rechazó las acusaciones de los críticos po confrontarse con los sindicatos a raíz del acuerdo sobre pensiones que han suscrito con el Gobierno. A su juicio, Nueva Izquierda ataca con "botes de humo" y "consignas", sin leer previamente los documentos que él envía a los órganos de dirección.

El Consejo Político de IU rechazó varias enmiendas de Nueva Izquierda, entre ellas una en la que se respalda la actitud de los sindicatos en la negociación del pacto de Toledo.