El detenido mantenía ua estrecha relación con la víctima basada en la amistad establecida por los continuos viajes que realizaban a Granada para visitar a una curandera. Durante este tiempo, unos 18 meses, Juan Antonio convenció a la mujer de que en su familia existía un complot, encabezado por su marido, para matarla y hacerse con el control de la empresa que ésta administraba.

La mujer declaró en su denuncia a la Policía que Juan R.C. aprovechó la depresión que padecía por los problemas en el seno de su familia y las difcultades financieras que atravesaba para convencerle de que transfiriera 12.259.000 pesetas a una nueva cuenta que tenía por titulares al propio taxista y a una hija de la propietaria del dinero.

Así lo hizo, según explicó, porque estaba persuadida de que su esposo pretendía matarla y quedarse con todo el dinero y la empresa inscrita a su nombre.

El mismo día en que se efectuó la transferencia, el presunto autor de la estafa sacó de la cuenta 6.200.000 pesetas en un primer reintegro y 500.000 y 10.000 en dos reintegros posteriores.

El taxista ingresó los 6.200.000 pesetas en una cuenta en la que figura él como único titular en otra entidad bancaria. Asimismo, en esta cuenta ingresó un talón de 3.000 pesetas que, según declaró la víctima, le había regalado por los servicios prestados.

Tanto la víctima como sus familiares mantuvieron las denuncias formuladas en la comisaría que la operación de "lavado de cerebro" surtió efecto debido al estado depresivo de la mujer.