Tarancón añadió que quería y respetaba a José María Llanos, "aun no comprendiéndole en todas sus actitudes, porque staba plenamente convencido que él actuaba en las circunstancias que parecían más inexplicables como exigencia de su aceptación del Evangelio en toda su plenitud y de su talante de seguidor de Jesucristo".

Sobre si la sociedad de entonces entendió la labor de este jesuita, Tarancón manifestó que aquélla sociedad "tenía unos condicionamientos que le hacían difícil entender algunas actitudes del padre Llanos, porque eran un revulsivo contra la manera de vivir tanto la vida social como la vida cristiana" "Por eso", dijo, "no es extraño que le acompañaran la incomprensión y la crítica más acerba".

Una crítica que, según Tarancón, encontró excusas para realizarlas en errores y equivocaciones que el padre LLanos cometió. Por ello, considera que "algunas fueron fundadas".