Galiano vive a sus 59 años en La Serreta, una localidad a las afueras de Alicante. Como consecuencia de una pérdida severa de visión tuvo que dejar de pedalear de manera individual. Trabajó durante muchos años como electromecánico para el servicio oficial del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) hasta que en 2010 una degeneración macular le causó la pérdida 'casi absoluta' de la vista. “Tuve que someterme a 12 operaciones hasta que he acabado con un resto visual de 0,75 en cada ojo. Me queda ‘algo’ de campo visual, pero agudeza muy poquita”, confiesa en una entrevista a Servimedia.

“La bicicleta siempre ha sido mi modo de vida. Estuve 15 años compitiendo, pero actualmente mis limitaciones hacen que ya no pueda disfrutar de ella de modo individual”, reconoce. Galiano es un luchador y está acostumbrado a superar etapas y ascender puertos de montaña mucho más duros que este. Cuando perdió prácticamente la vista se recicló profesionalmente y pasó a formar parte del servicio de asistencia a personas con discapacidad 'Adif Acerca' situado en las oficinas de Renfe en el centro de Alicante.

“Vivo en La Serreta, que está a unos seis kilómetros del casco urbano, de manera que a veces coincido con mi compañera de turno Laura y nos coordinamos para ir juntos en tándem a trabajar”, relata. “Nos dejan ‘candarlo’ allí, en las instalaciones de Adif, porque en la ciudad es una locura aparcar”, afirma.

UNA RED DE SEGURIDAD

José ha encontrado en este medio de transporte una manera de desplazarse que le aporta “mucha seguridad”. “Tú te conviertes en el copiloto. Te sientes más tranquilo y, claro, el viaje lo disfrutas mucho más”, señala. “A las personas que son ciegas les aconsejo que prueben el tándem porque es montar en bicicleta pero con una red de seguridad añadida”.

A veces lo utiliza para moverse por su pueblo y hacer recados acompañado y guiado de su esposa. Otras es su hija mayor de 18 años quien va con él. “Hay días en que mi mujer necesita el coche sólo para ella y entonces cogemos el tándem y nos vamos mi hija y yo pedaleando hasta su instituto en San Juan, a más de 20 kilómetros”, corrobora orgulloso este padre.

Galiano es consciente de que el tráfico resulta algo peligroso en las ciudades, pero asegura que “Alicante es un buen lugar para moverse en bicicleta”. “Yo estoy afiliado a la ONCE y solemos hacer salidas en tándem con mis amigos”, apunta.

Juan Enrique Vidal trabaja en su taller de Ibi, Alicante | Foto cedida por Juan Enrique Vidal

BICIS PARA TODOS

Entre ellos se encuentra Juan Enrique Vidal, artesano que construye este tipo de bicicletas. En 1992 este mecánico matricero y ciclista aficionado recibió una oferta para correr con la ONCE junto a un deportista ciego y decidió fabricar su propio tándem. Desde entonces, como corredor ganó un campeonato del mundo en 1994 y ha participado en los Juegos Paralímpicos de Atlanta y Atenas.

En su taller del municipio alicantino de Ibi Vidal, además fabrica triciclos para que las personas mayores y con discapacidad practiquen este deporte. Su máxima es ‘bicicletas para todos’ y en esa línea trabaja sin cesar. “Yo había sido ciclista profesional. Luego me surgió la oportunidad de salir a pedalear con un deportista ciego y mi visión cambió. En ese momento, encontré la combinación perfecta entre estos dos mundos: la bicicleta y la discapacidad; y empecé a trabajar en ellos”, explica para Servimedia.

Desde entonces, adapta bicicletas a las necesidades de cada persona y su discapacidad. Como a él le gusta decir “se trata de hacer un traje a medida”. Cada cuadro de una de sus bicis es único. Son bicicletas especiales y diferentes. “Cuando entrego el tándem o la bicicleta a esa persona me siento feliz porque pienso que igual es un cliente ciego que lleva semanas queriendo salir a hacer bici y no podía hasta que yo se la he puesto a punto”, afirma. “Aunque se trate de un usuario ciego me gusta preguntarle de qué color la quiere. Me encanta saber que le gusta y confirmar que he acertado”.

Con motivo de la Semana Europea de la Movilidad, el 'maestro' de bicicletas "anima a todos a que se suban [a pedalear] pese a tener una discapacidad ”. “Por mi taller han pasado personas con autismo y hasta clientes sordociegos que se desplazan en tándem”, explica. “Y puedo asegurar que no hay barreras una vez que empiezas a pedalear”.

La sincronía que proporciona callejear sobre un tándem facilita la comunión entre ambas personas. Al fin y al cabo, se trata de mantener el mismo ritmo, al margen de las diferencias de cada uno, y la misma dirección para llegar juntos al mismo destino.