Estas bebidas no cumplen la mayoría de requisitos establecidos por la legislación española para los licores, a pesar de que se venden como tales.

Su graduación alcohlica se sitúa en torno a los 20 grados, cuando un licor debe tener entre 30 y 55. Además, en la mayoría de las marcas se ha detectado que el alcohol utilizado apenas se ha puesto a macerar en contacto con la fruta correspondiente.

Los fabricantes parten de una mezcla de agua y alcohol a la que se le añade una mezcla de sustancias aromatizadas, azúcares y colorantes para conseguir el sabor, el olor, y a veces, el color de la fruta deseada.

"No pueden considerarse bebidas de frutas, sino con saborfrutas. Pese a que en las pruebas de degustación se han manifestado como productos equilibrados, casi de diseño, y en algunos casos del gusto de los consumidores, ninguno de ellos merece una valoración final de bueno", concluye el estudio, al que tuvo hoy acceso Servimedia, producto del análisis de 36 muestras de marcas: 18 de manzana y 18 de melocotón.