Los hechos que han dado lugar a la sentencia se remotan a 1989, cuando el acsado, que entonces tenía 60 años, llevó a la víctima, de 11, a su casa, ubicada en Dos Hermanas (Sevilla). Una vez allí, comenzó a besar y a acaraciar a la niña para, acto seguido, bajarse los pantalones y obligarla introducir su pene en la boca.

Después, el hombre sentó a la menor en una mesa bajándole los pantalones y la ropa interior e intentó penetrala, sin llegar a conseguirlo, debido a la oposición de la niña.

Todo esto fue grababo por el acusado en una cámara de vídeo fija, cuya cinta fue tilizada como prueba durante el juicio que se celebró en la Audiencia Provincial de Sevilla y que le condenó a indemnizar a la niña con 500.000 pesetas y a pasar seis años y un día de prisión por un delito de tentativa de violación, sentencia ratificada ahora por el Supremo.

El Supremo rechaza el argumento del acusado de que no pudo cometer el delito por el que se le condenó, ya que era físicamente imposible que pudiera penetrar a la menor, dada la posición en las que se encontraban ambos.

Para e Alto Tribunal, que el agresor no alcanzara su objetivo no significa que no tuviera intención de violar a la menor, cuya declaración, sumada a la cinta de víedo, demuestran que el acusado sí deseaba agredir sexualmente a la niña.