AEA recurrió el apartado "a" del artículo 10 del citado reglamento, que excluye de la cobertura del seguro obligatorio a "todos los daños y perjuicios ocasionados por las lesiones o fallecimiento del conductor del vehículo causante del siniestro", lo que supone, a su juicio, dejar desamparadas a las familias de conductores fallecidos en los casos en los que el coche se sale de la carretera sin participación de otros veículos.

Según AEA, la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor, en vigor desde 1995, excluía de la cobertura del seguro obligatorio "a los daños ocasionados a la persona del conductor del vehículo asegurado", pero el reglamento excluye de esa cobertura a "todos los daños y perjuicios ocasionados por las lesiones o fallecimiento del conductor del vehículo causante del siniestro".

AEA denuncia que esta modificación de "daños ocasionados a" por "daños y perjuicos ocasionados por", aparentemente inocua, tiene una gran trascendencia jurídica y económica para las compañías de seguros, que con el nuevo reglamento se ahorran anualmente unos 25.000 millones de pesetas en este tipo de indemnizaciones, según esta asociación.

Esta asociación de defensa del conductor basa su recurso en que el derecho de la familia a percibir una indemnización por la muerte del conductor de un automóvil nace, no del daño que ha sufrido la persona fallecida, que está excluida de la indmnización, sino del daño y perjuicio que padece la propia familia por la muerte de dicho conductor.

Para Mario Arnaldo, presidente de AEA, "no tiene sentido que el sistema de protección creado en Europa para proteger a los perjudicados de accidentes de tráfico mediante el seguro de responsabilidad civil ampare, por ejemplo, al Ministerio de Fomento por los daños causados a las vallas de protección de la carretera al salirse un vehículo de la vía, pero no el mucho más grave, más digno de protección y ms vinculado al riesgo que se asegura, como es el causado a los hijos menores o a la viuda del conductor fallecido".

Según AEA, en 1999, último año del que tienen datos, se produjeron en España 2.230 accidentes mortales con la participación única del propio vehículo siniestrado, resultando muertos 1.754 conductores. Teniendo en cuenta una indemnización media por el fallecimiento de cada conductor de 15 millones de pesetas, la cifra total de las indemnizaciones por este motivo superó los 26.000 millonesde pesetas.